Sara y Alejandro crecieron como dos adolescentes normales, llenos de ilusiones y amigos, con familias unidas y amorosas. Iban a fiestas, consumían licor, y disfrutaban de su juventud. Pero un día notaron que el licor se les había robado la voluntad, hasta el punto en el que no concebían una fiesta, un encuentro un par de días sin tomarlo. Tuvieron que pasar muchos días, muchos "sustos" y muchos errores y aprendizajes, para tomar la decisión más valiente de sus vidas: vivir sin anestesia.