"No me arrepiento de lo que he hecho, porque me gusta la carne y no soy el único, en diciembre compartí al vecino Manuel que era muy buena persona, y yo me dije, si es tan buen vecino tiene que estar bien sabroso. Total, que hice unas empanadillas con él y las compartí con los conocidos que en todo momento alabaron la sabrosura del relleno. Quizá ahora piensen mal de mí, pero yo lo hice con la buena voluntad del mundo, como recomienda la iglesia yo compartí mi pan, bueno en este caso a Manuel, pero al fin y al cabo hice lo mismo con otros tan necesitados como yo y ahora me veo prisionero. Pero no me arrepiento, lo único que no me daba apetito eran las cabezas, las manos y los pies. Cuando me pegaba más el hambre yo me hacia una sopa con ellas y no desaprovechaba nada". Doráncel Vargas