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Un mundo en cada canción: La música que me cambió la vida y la vida que cambió mi música
Un mundo en cada canción: La música que me cambió la vida y la vida que cambió mi música
Un mundo en cada canción: La música que me cambió la vida y la vida que cambió mi música
Libro electrónico237 páginas

Un mundo en cada canción: La música que me cambió la vida y la vida que cambió mi música

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Información de este libro electrónico

Jeff Tweedy vuelve con un libro revelador sobre 50 canciones que le cambiaron la vida.
Tras Cómo componer una canción, el líder de Wilco nos regala una emocionante y vívida mezcla de recuerdos, música y fuentes de inspiración a partir de cincuenta canciones que lo han marcado como artista y como persona, las experiencias que se esconden detrás de cada una, así como lo que aprendió sobre cómo la música y la vida están indisolublemente unidas.
En palabras del autor, «este libro es el que probablemente habría escrito primero de haber sido más ambicioso, y de haber tenido un poco más claro qué es lo que más me importa en este mundo y en lo que más he pensado con diferencia: las canciones de otros. Y lo mucho que me han enseñado como persona: a pensar en mí mismo y en los demás. Y que escuchar casi cualquier cosa a conciencia y con amplitud de miras puede ser una experiencia profundamente personal y de dimensiones universales. Y lo más importante de todo: cómo las canciones absorben y contribuyen a mejorar nuestras propias experiencias y almacenan nuestros recuerdos».
Sin ningún tipo prejuicios musicales y alejado del esnobismo tan habitual en la crítica de rock, Tweedy habla de canciones de grupos y solistas tan dispares como The Replacements, ABBA, Deep Purple, Mavis Staples, The Velvet Underground, Joni Mitchell, Otis Redding, Dolly Parton, los Ramones, Suicide, Billie Eilish, John Cage o Rosalía.
IdiomaEspañol
EditorialContra
Fecha de lanzamiento22 nov 2023
ISBN9788410045019
Un mundo en cada canción: La música que me cambió la vida y la vida que cambió mi música

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    Un mundo en cada canción - Jeff Tweedy

    Cubierta

    World Within a Song: Music That Changed My Life and Life That Changed My Music

    © 2023, Jeffrey Scot Tweedy

    Todos los derechos reservados, incluido el de reproducción total o parcial en cualquier forma. Esta edición ha sido publicada según acuerdo con Dutton, un sello de Penguin Publishing Group, una divisón de Penguin Random House LLC.

    Dirección editorial: Didac Aparicio y Eduard Sancho

    Diseño: Aina y Berta Obiols, La Japonesa

    Maquetación: Endoradisseny

    Composición digital: Pablo Barrio

    Primera edición: Noviembre de 2023

    Primera edición digital: Noviembre de 2023

    © 2023, Contraediciones, S.L.

    c/ Elisenda de Pinós, 22

    08034 Barcelona

    contra@contraediciones.com

    www.editorialcontra.com

    © 2023, Elvira Asensi, de la traducción

    © Whitten Sabbatini, del retrato del autor

    ISBN: 978-84-10045-01-9

    Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual.

    Para Susie, Spencer y Sammy

    Jeff Tweedy es el líder y miembro fundador de Wilco, uno de los grandes grupos de rock norteamericanos de los últimos tiempos, con el que ha publicado discos esenciales como Yankee Hotel Foxtrot o A Ghost Is Born, que lo han erigido como uno de los compositores de canciones más brillantes de su generación. Además de su singladura en Wilco, Tweedy fue el cofundador de Unce Tupelo y ha publicado varios álbumes en solitario. Es también el autor de Vámonos (para poder volver): Acordes y discordias con Wilco, etc., su celebrada autobiografía, y de Cómo componer una canción, publicado por esta editorial en 2021. Vive en Chicago con su familia.

    @JeffTweedy

    Índice

    Mira…

    Una nota sobre las rememoranzas

    1. Smoke On The Water

    2. Long Tall Glasses

    Escupir en el espejo del bar

    3. Takin’ Care of Business

    4. Don’t Think Twice, It’s All Right

    ¿Existe una medalla al mérito para la vergüenza?

    5. Mull of Kintyre

    6. Loud, Loud, Loud

    Oliver Gothic

    7. Both Sides Now

    8. Lucky Number

    El típico tío que lleva sombrero

    9. Gloria

    10. As If It Always Happens

    Terry

    11. Somewhere over the Rainbow

    12. Death or Glory

    Alegría por el mal ajeno a granel

    13. My Sharona

    14. In Germany Before The War

    La copia sin copiar

    15. Dancing Queen

    16. The Message

    Overdubs

    17. Balancing Act

    18. Frankie Teardrop

    Chevrolet Caprice Classic años setenta

    19. I’m Not in Love

    20. Connection

    El retrete traumatizante

    21. Forever Paradise

    22. Satan, Your Kingdom Must Come Down

    Picadura de araña reclusa parda

    23. God Damn Job

    24. Ramblin’ Man

    Blue Note

    25. History Lesson Part II

    26. Little Johnny Jewel

    Alarma escocesa

    27. 4’33"

    28. Anchorage

    Reno (Nevada)

    29. (Sittin’ on) The Dock of the Bay

    30. You Are My Sunshine

    Raunch Hands

    31. I Will Always Love You

    32. Wanted Dead or Alive

    Sesión de fotos para Spin

    33. Before Tonight

    34. Shotgun

    Club de rock fantasma

    35. The Weight

    36. Will You Love Me Tomorrow

    Burger King alemán

    37. Free Bird

    38. The Star-spangled Banner

    Un puto buque fantasma

    39. Radio Free Europe

    40. I’m Against It

    Coachella

    41. Bizcochito

    42. The Beatles

    Abbey Road

    43. Close My Eyes

    44. Happy Birthday

    Receta de tortitas de banana

    45. Love Like A Wire

    46. I Love You

    Una historia de Portland

    47. Who Loves the Sun

    48. I’m into Something Good

    Corazón de cristal

    49. I’m Beginning to See the Light

    50. I’ll Take You There

    Agradecimientos

    Créditos de las canciones

    Autorizaciones

    Notas

    MIRA…

    Voy a ser sincero contigo desde ya. No sé lo que estoy haciendo, y probablemente no sea quién para escribir otro libro, y mucho menos uno que aspira a ser tan conceptual y filosófico como este, pero la verdad es que debería haber escrito este libro primero, y lo habría hecho si hubiera tenido los medios y la confianza para hacerlo desde el principio, así que escribí unas memorias un poco por accidente. Inicialmente, fue algo que me propusieron y que de entrada me resultó absurdo, teniendo en cuenta que ni siquiera había llegado al ecuador de mi vida, según mis propios cálculos optimistas. Al final me convencieron para que lo intentara, y ahora me alegro de haber podido aceptar aquella tarea no solo como un reto, sino también como una oportunidad para ofrecer algún que otro consejillo en plan: «Aquí te dejo este rollo por si quieres echarle un vistazo en caso de que seas, como yo, una persona que intenta no sufrir demasiado». Y: «Oye, soy un idiota. No seas un idiota como yo», salpicado de algún que otro: «¡Mira tú por dónde!, ¿quién lo hubiera dicho? He sido capaz de resolver algunas de estas movidas yo solo, así que podrías probar lo que me ha funcionado a mí para no tener que acabar en el hospital o algo peor».

    Al final disfruté con la experiencia lo suficiente como para escribir otro libro. Esa vez abordé más de cerca las cosas en las que más pienso y me permití incidir en el tema sobre el que me había resultado más fácil escribir en mis memorias: el proceso creativo. Más concretamente, escribí sobre la costumbre que tengo de dedicar una parte del día de manera intencionada a darle rienda suelta a la imaginación. Escribí sobre cómo crear cosas y sobre por qué pienso que es algo bueno, y que también lo es para ti.

    Intenté no dar demasiados sermones y no pasarme de didáctico en ese libro, pero costaba no acabar cayendo en la filosofía de autoayuda de vez en cuando. Aun así, sinceramente, creo que hice lo correcto. A mi modo de ver, tengo la suerte de estar en disposición de defender la creatividad como una estrategia de vida. El mundo necesita más cosas de ese tipo, y yo me sentí feliz de poder hacerlo.

    Así que eso nos lleva a este libro, el que tienes en tus manos o escuchas en estos momentos. Este libro es el que probablemente habría escrito primero de haber sido más ambicioso, y de haber tenido un poco más claro qué es lo que más me importa en este mundo y en lo que más he pensado con diferencia: las canciones de otros. Y lo mucho que me han enseñado como persona: a pensar en mí mismo y en los demás. Y que escuchar casi cualquier cosa a conciencia y con amplitud de miras puede ser una experiencia profundamente personal y de dimensiones universales. Y lo más importante de todo: cómo las canciones absorben y contribuyen a mejorar nuestras propias experiencias y almacenan nuestros recuerdos.

    ¿Cómo se me ocurrió esta lista de canciones en particular? Podría haber elegido fácilmente mil canciones más sobre las que escribir. Y al acabar ese libro, lamentaría haberme dejado en el tintero otras mil. Estas son las primeras que se me pasaron por la cabeza. Además, lo importante no son las canciones en sí; lo que me importa transmitir es lo milagrosas que son. Da igual cuánta gente escuche «A Day in the Life», porque solo hay una versión que te pertenece. La mía tiene poco que ver con la tuya. Puede que nuestras apreciaciones coincidan, pero dudo que tu relación con esa canción incluya el recuerdo de esperar a que abrieran las puertas en un concierto para todos los públicos de Jodie Foster’s Army en Laclede’s Landing, en San Luis, con un crecido río Misisipi precipitándose por Wharf Street y subiendo con fuerza hasta los escalones del Arco Gateway. O yendo hasta el culo de setas, viendo a un dúo de artistas callejeros que eran pareja cantar «A Day in the Life» mientras su hijo, un niño pequeño, da vueltas a tu alrededor marcando el ritmo de manera asombrosa con la pandereta.

    Sería genial poder ver los mundos que hay dentro de las canciones que cada uno tenemos en la cabeza, pero también me encanta que todo sea tan impenetrable. Me encanta que lo que es mío no pueda ser tuyo y que, aun así, podamos considerarlo nuestro. Las canciones son la esencia de esta cualidad y, en mi opinión, son la mejor manera de hacer las paces con nuestra falta de conciencia compartida.

    El trabajo de mi vida consiste en establecer conexiones a través de la música. Lo digo en serio. Aun así, ¿qué hace que valga la pena invertir tiempo en lo que yo pienso sobre las canciones de otros? Pues te diría que, si no hubiera escrito los libros anteriores, no estoy seguro de que fuera capaz de responder a esa pregunta. Pero de lo que me he dado cuenta al compartir mis pensamientos y sentimientos en mis libros es de que hay más gente que tiene pensamientos y sentimientos muy parecidos a los míos. La lección no ha sido que mi perspectiva sea tan singular que deba compartirse con los demás para iluminarlos; más bien he aprendido que no estoy solo, que no soy un bicho raro por preocuparme por esto tanto como lo hago.

    La principal respuesta que he recibido a las cosas que he escrito es este comentario milagroso: «Tengo la sensación de que eso lo podría haber escrito yo». Darse cuenta de que algo tan egocéntrico y personal como un libro puede regresar de su trayecto a través todas las personas a las que consiguió llegar en el mundo con el mensaje humilde y esperanzador de que te han entendido es un descubrimiento maravilloso. Le has dado a otra persona las palabras para nombrar sus propias experiencias. La vida nunca deja de sorprenderte.

    UNA NOTA SOBRE LAS REMEMORANZAS

    A medida que avances en la lectura de este libro, encontrarás algunos pasajes oníricos que relatan acontecimientos concretos de mi vida. Les he puesto el nombre de «rememoranzas», y ya llevo unos años anotando de esta manera algunas de las historias de mi vida que comparto más a menudo. Su inclusión en este volumen obedece a un doble propósito. Por un lado, espero que sirvan para limpiar el paladar entre capítulo y capítulo cuando resurjamos de la espesa maleza de mis interminables cavilaciones internas sobre el peso de las canciones y busquemos un rinconcito para pensar, a modo de válvula de escape del lenguaje propio de un libro. Pero también las he incluido para ilustrar hasta qué punto mi profunda inmersión en la música ha condicionado mi forma de ver y recordar las cosas con ideas y enfoques propios de una canción. Y lo importante que es dejar que las cosas que más amamos —las cosas que hemos contemplado con más detenimiento y con más empatía y compasión— nos guíen cuando somos incapaces de resolver algo.

    Creo en muy pocas cosas a pies juntillas, y entre ellas está la convicción de que amar una cosa profunda y apasionadamente es la mejor manera de abrirse al mundo. Es un poco ilógico, pero lo he visto con mis propios ojos y lo he sentido con mi corazón. Mi obsesión por la música desde una edad muy temprana pudo contribuir a que me marginara y aislara del mundo en general. Pero creo que, al entregarme a esa pasión y esa prioridad, di con la única manera de saber para qué vive la gente.

    Cuando amas una cosa plenamente se convierte, de algún modo, en un amor por todas las cosas. Es algo que también he observado en otras personas, y he podido comunicarme con ellas utilizando únicamente el lenguaje que me ha enseñado la música para hablar, por ejemplo, de otra disciplina artística, de jardinería, de cómo entrenar a un equipo baloncesto universitario, de corresponsales de guerra… ya te haces una idea.

    Así que he incluido estos recuerdos, cantados al son de las canciones que me rondan la cabeza. Me recuerdan lo que quiero decir y cómo se va entrelazando todo con el tiempo de manera maravillosa cuando te abres y permites que el mundo fluya en ambas direcciones a la vez: hacia dentro y hacia fuera.

    1

    SMOKE ON THE WATER

    Me gustaría poder decir que escuchar a los seis años el breve pasaje de Mozart (erróneamente identificado como Rachmaninoff) interpretado en la película Un mundo de fantasía fue el catalizador que me indujo a dedicar toda mi vida a la creación musical… O que en una reunión de la Rama Lobato de los Scouts una excéntrica lobatera me descubrió a un tal Jacques Brel o a Leonard Cohen y ya nunca volví la vista atrás, puesto que asimilé de inmediato los matices y la profundidad de los juegos de palabras y cómo unos arcos melódicos tan sencillos se funden con la eternidad…

    De hecho, preferiría que te creyeras cualquier otra cosa que no fuera lo que realmente hizo mella por primera vez en mí a nivel musical. Porque la verdad es que fue «Smoke on the Water» de Deep Purple. Me da muchísima rabia reconocerlo, por múltiples razones. La principal es que, a medida que crecía y esta canción seguía pululando de manera inquietante por las ondas de la emisora de radio de rock de San Luis, cada vez se volvía más indefendible como algo que pudiera reconocer que me gustara.

    Entonces todo era distinto. Al no disponer de muchas más cosas en la adolescencia que nos diferenciaran a unos de otros (había menos opciones de ropa, llevábamos los mismos zapatos y nuestras madres nos cortaban el pelo a todos), nos veíamos obligados a comunicar nuestras preferencias (ya fueras el cachas, el empollón, el pijo, etc.) a través de la música a la que profesábamos nuestro amor. Cuando estaba en plena adolescencia, esta canción, que es como un cáncer terminal de pulmón con metástasis, había evolucionado en cuanto al perfil de gente a la que le gustaba en aquel momento, hasta llegar a representar un peligro inconfundible para un chaval sensible como yo. Era como cuando a algunos insectos les salen unas alas de colores llamativos para decirles a los depredadores: «Hacedme caso, es mejor que no me jodáis». En otras palabras, esta canción pasó a ser indicativa de una cierta toxicidad.

    Sin embargo, lamentablemente no puedo negar la importancia que tuvo para mí, y para muchos otros, en mi etapa de músico en ciernes. Porque el hecho es que este riff (ni siquiera estoy seguro de poder hablar del resto de la canción, teniendo en cuenta lo mucho que la he evitado en los casi cincuenta años transcurridos desde la primera vez que la escuché; sé que tiene algo que ver con Frank Zappa y alguna hazaña semiautobiográfica del grupo, pero para mí, incluso si le hubiera prestado más atención a la letra, este riff es tan lerdo y tan bestia que eclipsa el sol, así que la cháchara hippie de la letra no tiene nada que hacer)… Este riff es lo primero que toqué con una guitarra, cuando tenía siete u ocho años. Esto, amigos míos, era el «Seven Nation Army» de mi época. La probabilidad de que pudieras aprenderte tú mismo esas cuatro notas en la cuerda inferior de una guitarra en tan solo unos minutos era altísima.

    Así que tengo que inclinarme ante los dioses del rock. Qué más da que hiciera falta un riff así de tonto y humillante para inculcarme un poco de fe en mí mismo como músico en potencia. Por algún sitio tenemos que empezar

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