Soy alguien con suerte. Son las 5 de la tarde de un sábado de junio y estoy en el borde de la piscina del Hotel Biltmore, en Miami. Heráclito dijo que no podemos bañarnos dos veces en el mismo río, pero yo sí puedo darme dos y tres baños en la misma piscina, sobre todo si está impregnada de mitos. El Biltmore es uno de esos hoteles desmesurados construidos en los años 20 del
