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En 2014, Bryce McGuire y su colega Rod Blackhurst estrenaron un corto titulado Night Swim: una obra donde una joven se enfrentaba a una fuerza maligna, alojada entre las placenteras aguas de una tentadora piscina. El éxito obtenido con esta producción animó a McGuire a transformar la historia en un largometraje dotado con mayor presupuesto. Y así nació La piscina.
Blumhouse y Atomic, son las encargadas de financiar este singular filme, que nada con agilidad entre el miedo sobrenatural y la ciencia ficción sanguinolenta. “La piscina representa estatus, diversión, ocio. Es sexi y seductora, y eso es precisamente lo que la hace letal. Los colores son ricos y vibrantes; esa agua turquesa resplandeciente nos invita a todos como un canto de sirena. Pero el agua, cuando no hay luz, impone respeto. También me encantaba la idea de conectar con esos recuerdos universales que todos tenemos de la piscina en nuestra infancia: llegar al sumidero, quitar insectos muertos de la superficie, dejarse atrapar por el tubo limpiador, jugar a Marco Polo Me atraía la idea de convertir estos recuerdos en algo aterrador. Espero que la gente huela el cloro cuando vea esta película en la gran pantalla”, explica McGuire.