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Si Sherezade sedujo al sultán Shahriar con sus relatos durante mil y una noches, ¿qué no logrará el ejército de voces de una industria millonaria? Dormirse escuchando un cuento, asistir a una confesión entre susurros (y desear que nunca acabe porque te da ASMR y te quedarías a vivir en ese momento)... En el principio, fue solo la palabra dicha. Pero el paso del tiempo y sus vaivenes socioculturales fueron silenciando nuestras lecturas, momento que en España llegó con “la primera generación con educación que verdaderamente tuvo acceso a los libros y a la lectura”, opina Maribel Riaza, autora de La voz de los libros y Content Acquisition Manager en Storytel.
En esos primeros y agitados años de la democracia, la tecnología hizo intentos por continuar con la tradición oral. Yo misma crecí entre cuentos en casete editados por Movieplay y una narración de , a cargo de José María Íñigo y con música de la Orquesta Sinfónica de Londres, que sigue siendo una de las joyas de mi audioteca. Pero mientras las voces de la calle aumentaban, las otras, las ‘enlatadas’, se fueron apagando: los soportes y su compleja portabilidad fueron parte importante del fracaso en un país y