La Carta de Intenciones la define Uri Levine, fundador de los unicornios Waze y Moovit, como “un pliego de condiciones en el que el inversor sintetiza los términos de su inversión en la empresa”. Buena parte del capítulo quinto de su libro Enamórate del problema, no de la solución (Deusto), lo dedica a este tema. Si lo elegimos entre los muchos que aborda es porque es un asunto muy desconocido en nuestro ecosistema siendo, sin embargo, primordial cuando se establece una negociación de compra o participación en una startup. Extraemos algunas de las explicaciones que se recogen en este libro bautizado por Steve Wozniak, cofundador de Apple, como “la biblia del emprendimiento”.
¿QUÉ ES LA CARTA DE INTENCIONES?
Conocida en (LOI), en España, la Carta de Intenciones no es una figura regulada por el ordenamiento jurídico, por lo que su contenido no es vinculante. Su existencia forma parte de la libertad de pactos entre las partes que conforman un acuerdo, regulado en el artículo 1.255 del Código Civil. Aun así es aconsejable conocerlo y reclamarlo porque podría evitar muchos malentendidos a futuro, teniendo en cuenta, como señala Levine, que en la mayoría de los casos emprendedores e inversores terminan odiándose.