—¿Qué os ha motivado para presentaros en las elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio de este año?
—Europa atraviesa tiempos y dificultades extraordinarias donde en los últimos años los ciudadanos europeos se han visto abocados por las acciones de los gobernantes europeos y nacionales ante una crisis sin precedentes. En parte creada para favorecer a los grandes lobbies, entre ellos, la industria farmacéutica, alimentaria y la armamentística.
Políticos vendidos para perpetuarse en el poder, acompañada de una grave crisis económica, social y cultural, a la que se suma una crisis de confianza política e institucional sin precedentes, fruto de una cierta connivencia y conveniencia con los oscuros 17 objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.
Dichos objetivos fueron propuestos en 2015 por las Naciones Unidas como uno de los grandes retos del siglo XXI y, en la actualidad, están condicionando de facto todas las políticas europeas hasta límites desconocidos.
La imposición a los Estados, de los objetivos de desarrollo sostenible y las 169 metas, vulnera lo más profundo del sistema democrático: el Estado de Derecho, quebranta la seguridad jurídica, la separación de poderes, la jerarquía normativa y la participación en las decisiones.
En los últimos años hemos asistido a innumerables abusos por parte de gobernantes
