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Esta casa la siento como una obra de arte, y como tal se disfruta mucho más si la puedes compartir”, comienza con viñedos que producen excepcionales vinos, fue levantada en el s. XVIII dentro de un curioso movimiento arquitectónico bautizado como les Folies Montpelliéraines. “Folie significa hoja y explica la conexión del edificio con la naturaleza y su ubicación (Montpellier). Y eran sorprendentes casas hechas por arquitectos locales y planteadas como villas de recreo para la aristocracia o la alta burguesía”, explica Smith sobre esta imponente construcción encargada por la familia Lunaret, antepasados de su marido. Hace cinco años decidieron actualizarla, ya que había sufrido numerosas reformas que habían restado su solera, para lo que contactaron con el arquitecto Lorenzo Bianchi del Studio Bianchimajer y con la interiorista Cécile Carré de Mis-Mas. “La distribución de sus 600 metros cuadrados no ha cambiado apenas, pero sí hemos restaurado molduras, suelos y reemplazado lo que no se podía recuperar por materiales contemporáneos pero coherentes, procurando que fueran locales”, recalca Wendy.