ra ahora o nunca. Para los generales aliados, comandados por Eisenhower, aquel 6 de junio de 1944 no se podía fallar. Su apuesta por un desembarco en Normandía intentaba acabar con el escenario de desesperante en Europa. Es cierto que las tropas del Tercer Reich retrocedían en todos los frentes y que sus ciudades eran bombardeadas sin piedad, pero una gran parte del continente seguía bajo su control. Ante ello, los contingentes aliados organizaron el ataque a Alemania a través de Francia, cuyo inicio se llevaría a cabo con un espectacular operativo anfibio en cinco playas normandas. Rommel fue el primero en emplear la expresión “el día más largo”. Como afirma el historiador Antony Beevor, quería subrayar “el hecho de que los alemanes solo tendrían la oportunidad de derrotar a los invasores en el curso de las primeras veinticuatro horas. Comprendía que, una vez que los aliados estuvieran bien asentados en las playas, los alemanes estaban condenados a la derrota final”. Y, en parte, así fue. La épica de aquel desembarco ha condicionado nuestra percepción de los hechos. No fue la batalla más decisiva, aunque sí la más emblemática de Occidente, llena de imágenes icónicas que han nutrido innumerables relatos más o menos legendarios, películas que han marcado el cine bélico actual, como , y hasta videojuegos de referencia. Ochenta años después, la memoria de Normandía está a medio camino entre el evento institucional, el auge del turismo bélico y el olvido. Sí, el olvido de realidades incómodas. Solo en el Día D fallecieron tres mil civiles, tantos como soldados en las playas. Y alrededor de unos veinte mil durante el resto de la campaña; muchos de ellos, liberados que habían muerto en manos de sus libertadores. Un hecho que tiñe de sombras el discurso oficial, más proclive a la retórica triunfalista.
La memoria del Día D
May 15, 2024
1 minuto
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos