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STAR WARS: La saga galáctica

Desde que en 1978 se publicó la primera novela original basada en personajes de la saga, El ojo de la mente, de Alan Dean Foster, y en un mundo donde cada vez se lee menos, Lucas Licensing, filial de Lucasfilm Ltd. responsable de la gestión de derechos y comercialización de la saga, registró más de 100 millones de ventas de libros relacionados con Star Wars y ha conseguido meter 80 de sus novelas en la lista de los libros más vendidos publicada por el diario The New York Times.

Antecedentes y consecuencias de La guerra de las galaxias

Star Wars es un icono de la cultura popular de los siglos XX y el XXI desde que se estrenó la primera película, La guerra de las galaxias (1977), con la que su director y productor, George Lucas, mejoró espectacularmente las cifras de taquilla cosechadas con su anterior incursión en la ciencia ficción, THX 1138 (1971), producida por Francis Coppola. Aquella otra película se movía en el territorio de la distopía, cercano a obras literarias capitales del género como Un mundo feliz (publicada en 1932), de Aldous Huxley, y 1984 (publicada en 1949), de George Orwell. Costó 777 000 dólares e hizo menos dinero de lo que el estudio esperaba, recaudando en todo el mundo 2 437 000 dólares. Frente a esta, La guerra de las galaxias costó once millones de dólares y acabaría recaudando en todo el mundo casi 775,5 millones de dólares.

Star Wars rescató la fórmula del serial que le había servido como una de sus principales inspiraciones (la primera intención de Lucas era hacer una adaptación al cine del personaje de Flash Gordon creado por Alex Raymond, pero los derechos estaban en manos de Dino De Laurentiis, que en 1980 y aprovechando el éxito de Lucas estrenó su versión de este), ejerciendo como pionera de la nueva forma de concebir las propuestas del ocio audiovisual, forja primaria de la nueva ola de éxitos de taquilla del cine de Hollywood desde finales de los setenta y a lo largo de los ochenta, llevando a los grandes estudios a hacer de la construcción de franquicias la estrategia comercial dominante en las producciones de Hollywood.

La guerra de las galaxias interrumpió la corriente de ciencia ficción catastrofista, adulta y con inquietudes sociales que reinaba en el género desde que Stanley Kubrick estrenara 2001: una odisea del espacio (1968), como El planeta de los simios (1968), El último hombre… vivo (1971), Soylent Green (Cuando el destino nos alcance) (1973), La amenaza de Andrómeda (1971), Naves misteriosas (1972), Almas de metal (1973), Rollerball (1975), Nueva York, año 2012 (1975), La fuga de Logan (1976), o Callejón infernal (1977), la película por la que el estudio que produjo Star Wars, 20th Century Fox, apostaba como su éxito del género por encima de la propuesta de Lucas, y que acabó pasando sin pena ni gloria.

La propuesta de actualización de la ópera espacial de Lucas borró la tendencia hacia la madurez del género del tablero de futuras produc- ciones de ciencia ficción en los grandes estudios de Hollywood, imponiendo las aventuras de fusión de géneros y el retorno a la simplicidad incluso ingenua de las aventuras espaciales de los cómics de Buck Rogers y Flash Gordon como nueva fórmula dominante en el cine.

Por otra parte, el éxito de La guerra de las galaxias propició el regreso desde la pantalla grande de su alternativa en la ciencia ficción audiovisual, la franquicia televisiva Star Trek, creada para la pequeña pantalla por Gene Roddenberry en la segunda mitad de los años sesenta del pasado siglo, inclinada más hacia la ciencia ficción frente a la mezcla de géneros decantada claramente hacia la fantasía de Star Wars.

Marcando tendencia

Lucas también marcó tendencia comercial con el estreno de la segunda entrega de la saga, El Imperio contraa taca (ver ficha de película a página en este mismo número), que inicialmente se estrenó solo en las grandes ciudades en 70 milímetros, con lo cual solo las salas más grandes y lujosas tenían opción de proyectarla. Tras un periodo de varias semanas, se estrenó en el formato de 35 milímetros en casi todos los cines de todo el mundo. Una especie de ataque en dos oleadas sobre la taquilla: el primero selectivo desde salas dominantes como producto de lujo y el segundo masivo a todo tipo de sala como invasión total del mercado.

Llegados a este punto, conviene recordar que Lucas volvió a ser uno de los cineastas que cambiaron el paisaje industrial y comercial del cine con sus aportaciones en las tres precuelas de la saga, La amenaza fantasma, El ataque de los clones y La venganza de los sith, financiadas, como El Imperio contrataca y El retorno del jedi, de forma independiente por el propio George Lucas, quien también las dirigió, no como una maquinaria de superproducción de un gran estudio de Hollywood.

Al igual que los tres largometrajes que precedieron, esta nueva trilogía marcó el estado del arte en los efectos visuales y de sonido. La amenaza fantasma se rodó con decorados construidos solo hasta la altura de la parte superior de la cabeza de los actores, completando el resto de las localizaciones y de los paisajes por computadora, y el 1,93 de altura de Liam Neeson obligó a una inversión extra de presupuesto de 150 000 dólares para completar ese procedimiento, incrementando el presupuesto de 115 millones de dólares de la película, que recaudó más de 1000 millones de dólares en todo el mundo. El ataque de los clones contó con el mismo presupuesto y recaudó casi 654 millones de dólares en todo el planeta, y La venganza de los sith bajó su presupuesto a 113 millones de dólares, pero subió su recaudación a casi 868,5 millones en todo el mundo.

Las otras guerras de las galaxias

Son numerosas las leyendas y rumores que circulan sobre versiones y posibilidades alternativas de la saga, pero las más importantes modificaciones reales en la etapa clásica afectan a lo que en España conocimos en su primer estreno como La guerra de las galaxias, resumidas curiosamente en un recomendable cómic editado por Dark Horse en septiembre de 2013: The Star Wars, publicado en ocho entregas y en cuyo guion Jonathan W. Rinzler adaptó, con dibujos de Mike Mayhew, las primeras versiones del guion de George Lucas de 1974, en el cual Luke Skywalker era un héroe maduro y un jedi con entrenamiento completo que acabó convertido en la película en un primer boceto de Obi-Wan Kenobi, y el protagonista es Annikin Starkiller, hijo del antiguo jedi Bendu Kane Starkiller, y Han Solo es un urelliano, un reptil de probada eficacia como cazador de wookies en su planeta natal, Yavin, entre otros muchos cambios de la historia que conocemos.

Pero una vez forjada la trama en el cine, fue en El Imperio contraataca, que superó a su predecesora y es hasta el momento la mejor entrega de todas las películas de la franquicia, donde se definió definitivamente su naturaleza única, generando alternativas que cambiaron definitivamente el universo cinematográfico de Star Wars tal y como lo conocimos en La guerra de las galaxias.

En esos cambios adquiere una posición de epicentro el empeño de Harrison Ford por imponer que su personaje muriera al final de la película. Un factor que podría haberlo cambiado todo, entre otras cosas rompiendo el protagonismo a tres bandas de Luke, Han y Leia que ha marcado la saga.

Después de dos películas, Ford, que al contrario de Mark Hamill y Carrie Fisher se había negado a firmar contrato por tres películas, no quería seguir como el intrépido piloto del Halcón Milenario, y por

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