Con sol el agua turquesa de la laguna combina perfectamente con los tonos pastel de las fachadas de las casas. El Gran Canal con su tráfico de vaporetti, el transporte público de Venecia, las relucientes motoras taxi de madera barnizada, en un continuo deambular que sortea góndolas, da vida a la ciudad. Las terrazas de los restaurantes y de los hoteles, antiguos palacios, le dan esplendor asomando a sus orillas. Ningún lugar en el mundo ofrece tanto encanto, tanto embrujo y atracción.
La mejor decisión al viajar a Venecia en avión es trasladarse desde el aeropuerto al alojamiento en taxi acuático o en la motora del propio hotel. La sensación de llegar navegando es inolvidable. La segunda mejor decisión es alojarse en un hotel del casco histórico. Son los más caros pero ofrecen el sabor tan especial