Cada mala experiencia es una canción de blues esperando suceder”. Este conocido dicho del icono británico de la música soul, blues y jazz, Amy Winehouse, podría resumir perfectamente el espíritu que la directora Sam Taylor-Johnson imprime a su biopic sobre la vida de la artista londinense en Back to Black.
Tomando como base la biografía póstuma firmada por, y compartiendo título con el que supuso su segundo y último álbum (ese que contiene la famosa canción “Rehab” y su característico “no, no, no…”), el cual fue considerado al instante como un punto y aparte en la historia de la música moderna, la directora de (2009) y (2015) nos trae un recorrido a lo largo de la truncada carrera de la cantante desde sus inicios musicales en el suburbio de Southgate y su paso tanto por una banda adolescente femenina como por los escenarios en bares, hasta su éxito en 2006/2007 con el trabajo que la llevaría a ocupar todos los números uno en las listas internacionales y ganar cinco premios Grammy. El epicentro de la película se encuentra en cómo dicha obra plasmaba en irrepetible sonido todo el sufrimiento romántico entre bastidores de una persona que se vio arrastrada por una relación tan tóxica como las sustancias que consumía. Su caótico noviazgo con Blake Fielder-Civil, con el rostro de Jack O’Connell (…), llevaría a la genio del contralto a problemas de depresión y trastornos de la alimentación que derivaron en los fatídicos resultados que todos conocemos. Completan el reparto grandes de las tablas inglesas como Lesley Manville o Eddie Marsan. La propia Winehouse es interpretada por Marisa Abela, en el que supone su debut como protagonista.