Si todo el mundo quiere trabajar con Claudia Traisac (Leganés, Madrid, 1992) es por algo. "Me encantan las sesiones de fotos", dice y sonríe al ver los estilismos de Dior que hemos escogido para esta ocasión. De su actitud se desprende un enorme sentido de la responsabilidad que esta actriz también traslada al trabajo. Hablamos con ella sobre su vocación y mucho más.
¿Es verdad que la vocación te en mi casa, para mis padres y sus amigos [ríe]. Luego en el colegio empecé a hacer teatro y es verdad que vi a mi madre en un rodaje y le dije: "Mamá, esto lo quiero hacer en serio". Fue algo que me pareció y, de hecho, me sigue pareciendo, totalmente adictivo. ¿Tus padres te han apoyado? Sí, siempre. Vieron que el teatro y la música me encantaban, así que me llevaron a clases de música desde pequeña y luego ya a los . Estuvieron siempre muy a favor de esta decisión mía de ser actriz y me animaban, pero también me protegían. ¿En qué momento profesional estás ahora? Creo que es un momento muy bueno. Siento que, por primera vez, de verdad sé lo que quiero. Sé quién soy. Antes sufría más y tenía más dudas sobre mi criterio, ahora tengo más claro lo que me gusta y lo que no. Estoy muy contenta con los proyectos que me van llegando. Por ejemplo, la última película que hice, , dirigida por Borja de la Vega, me permitió explorarme más como actriz. Es un personaje complicado. Sí. El guion me llegó hace mucho tiempo, así que me pude preparar muy bien al personaje, entender quién era Sandra. El rodaje fue bastante más sencillo, no sólo por la preparación previa, sino también por cómo estaba escrito. Lo trabajé tanto que luego el tiempo se me pasó volando. También hay algo muy reivindicativo en el personaje que me ha hecho sentirme más fuerte. Me encantó haber podido interpretar a una mujer real, que vivió con tantos estigmas siendo actriz con tan sólo 18 años. Ha sido un proceso en el que puedo decir que me encontré conmigo misma. ¿Cuál ha sido el personaje que más te ha marcado? Cada personaje te acompaña en un momento de tu vida diferente. Por ejemplo, con , en el teatro, tenía 23 años, y me marcó mucho. En interpreto a una chica que está enfadada. Yo en ese momento era muy correcta y siempre intentaba agradar a los demás, y, claro, he aprendido cosas de ella [ríe]. Siempre he utilizado a mis personajes como puentes para encontrarme a mí misma. Vives entre Madrid y Los Ángeles. ¿Cómo lo llevas? A veces muy bien y otras muy mal. Siempre he vivido con la maleta bajo el brazo, así que mi propia naturaleza es la de moverme. No podría vivir en Los Ángeles, pero me gusta lo que me aporta, y es un lugar para escaparme. Me reseteo, cojo fuerzas, es como tener dos hogares. Aunque los aviones me dan pánico, siempre cuando vamos a despegar, me echo a llorar. ¿Recuerdas el primer vestido de Dior que te pusiste? Creo que fue uno que me puse para el Festival de San Sebastián, para el estreno de la película , que hice con Benicio del Toro y Josh Hutcherson. Luego fui al estreno de la película a Los Ángeles y me puse un modelo blanco de la . He de decir que es una firma que siempre me ha acompañado y me ha tratado muy bien. Además, me identifico mucho con su estética. ¿Qué es lo que más te gusta de Dior? Me gusta ese lado etéreo y fluido que tiene, con las transparencias y los vuelos, pero también la fuerza que transmiten sus prendas. Es una feminidad que se realza desde un lado muy potente.