Para quienes crecimos en los ochenta, Shogun es uno de los mitos de la televisión de la época. Algunos la disfrutaron en su estreno por parte de TVE en 1984, otros en su recortada versión para videoclubs años después, y otros, como yo, en reposiciones posteriores. Pero la serie protagonizada por Richard Chamberlain y Toshiro Mifune es uno de los clásicos de la televisión de la época, que congregó en las cinco noches que se emitió en 1980, en NBC, a una media de 25 millones de espectadores, además de ganar un Globo de Oro y un Emmy a la mejor miniserie. La cuidada ambientación, el reparto y la historia atraparon a la audiencia en casi todo el mundo (en Japón se recibió con más frialdad, como suele suceder con este tipo de productos). La miniserie seguía la estela de otras grandes obras similares como Raíces, Norte y Sur u Hombre rico, hombre pobre, y quedó grabada en la memoria de muchos, entre los que me incluyo. El propio autor de la novela original, James Clavell, estuvo involucrado en la producción y aunque prefería nombres como Sean Connery o Albert Finney para protagonizarla, quedó entusiasmado con el trabajo de Chamberlain. Ahora, más de 40 años después, Disney quiere repetir aquel maravilloso éxito con una nueva adaptación, que no ha escatimado en gastos para recrear la épica de la novela y toda la grandeza de una historia ambientada en el Japón feudal, pero protagonizada por un extranjero…
Cosmo Jarvis es el encargado de dar vida a John Blackthorne, protagonista de la historia, personaje basado en el navegante real William Adams, quien en 1600 fue el primer inglés en pisar territorio japonés. Su historia es en la que se centra la novela de Clavell, publicada en 1975, y la nueva serie, en la que también encontramos a Hiroyuki Sanada como lord Yoshii Toranaga, Anna Sawai como como Toda Mariko, Tadanobu Asano como Kashigi Yabushige, con sus propios rivales y disputas a las que hacer frente, sin olvidar a Toda Mariko, una mujer de impresionantes habilidades, pero ligada a una familia que ha perdido el honor. La serie se ha rodado entre Vancouver, Reino Unido y Japón, con una producción que debía empezar en 2019, pero se retrasó a 2021 para reescribir los guiones de Ronan Bennett, quien fue reemplazado por el matrimonio formado por Rachel Kondo y Justin Marks, responsables finales de la serie. El rodaje se produjo entre septiembre de 2021 y junio de 2022, dos meses más de lo previsto, pero lo que hemos visto hasta la fecha asegura que ha merecido la pena y que, en sus diez episodios, la serie puede convertirse en uno de los referentes de 2024.