Comedia negra basada en una novela corta, El hombre que se quiso matar (1929), de Wenceslao Fernández Flórez, que sería adaptada de nuevo por el mismo director en 1970 con el protagonismo de Toni Leblanc. La versión que nos ocupa es una comedia típica de la primera época de Rafael Gil y conforma un díptico con otra adaptación del autor coruñés, Huella de luz (1943).
Federico Solá es despedido, abandonado y desahuciado, así (1932), con un humorismo paradójico y basado en la crítica de costumbres.