PARA CIENTOS DE MILLONES DE CRIS- TIANOS, AQUEL JUEVES DE 1988 FUE EL DÍA MÁS FATÍDICO DE SUS VIDAS. El cardenal y arzobispo de Turín Anastasio Ballestrero (1913-1998) presentaba una rueda de prensa ante medios de comunicación de todo el mundo para reconocer públicamente que la única prueba arqueológica de la existencia del Hijo de Dios era en realidad… una falsificación del Medievo. “Con un informe llegado al custodio pontificio de la Santa Sábana el 28 de septiembre de 1988, los laboratorios de la Universidad de Arizona, de la Universidad de Oxford y del Politécnico de Zurich que han efectuado las medidas de datación con el Carbono-14 del tejido de la Santa Sábana (…) han comunicado finalmente el resultado de sus experiencias. Tal documento precisa que el intervalo de fecha calibrada asignada al tejido del Sudario con el nivel de confianza del 95% está entre el año 1260 y 1390”.
Para muchos creyentes, la noticia de la falsedad de la Sábana Santa es equivalente a afirmar que “Dios no existe”. Así que, durante todo este tiempo, los “sindonólogos”, personas con formación académica (e incluso científica), continúan defendiendo su autenticidad. Contaminación de la muestra, rejuvenecimiento de la tela como consecuencia de factores externos e incluso la existencia de una conspiración en la comunidad científica son algunos de los argumentos que se esgrimen para desacreditar la datación del Carbono-14.
UN ISÓTOPO LLAMADO C14
Si, en un ejercicio de nostalgia, evocamos nuestros años de escolaridad, a nuestra mente acude un recuerdo “iconográfico”: la tabla periódica de elementos. De entre los 118 elementos que se despliegan en ella, reclama ahora nuestra atención un átomo: el Carbono (C), que viene definido por su Número Atómico (Z), que es el número de protones (carga positiva) que se