Estuve en Cannes el día más desapacible del año. Llovía, hacía frío, soplaba el viento y el cielo estaba oscuro desde mucho antes de que le correspondiera. La alfombra roja del Palais des Festivals estaba mojada y pasear por la Croisette era un castigo.
Nadie miraba las imágenes de las estrellas que siempre cubren las vallas de las obras de la ciudad ni las 374 huellas del. Los locales las ignoraban porque están aburridos de ellas Habría que ir con los ojos cerrados para no ver el cine en Cannes, que un día fue un pueblo de pescadores. No hay manera de entender la ciudad sin él, no hay manera. Cuando te descuidas, cualquiera te lanza una anécdota. El bar del Gray d’Albion, hotel donde pedí una ensalada César para cenar, está, como todos, salpicado de imágenes de actores y estrellas. Aquí se celebró la fiesta de en 2009 y donde yo estoy sentada picoteando el pollo alguna actriz escucharía hablar a Harvey Weinstein.