“Siempre es lo mismo: parece que fuera un trámite. Los sábados en la tarde, o a veces alguna noche, cuando los chicos están en casa de los abuelos o de un amigo, vamos a la cama y es como una diligencia. Nos desnudamos, un par de besos (con suerte), mi marido entra en mí y después de cinco minutos, se da vuelta y se dispone a dormir. Ya ni siquiera nos miramos. Soy muy infeliz”.
“No logro comprender por qué cuando tenemos sexo, mi mujer simplemente se queda acostada, quieta. Es tan poco estimulante. Al menos tenemos esos encuentros dos o tres veces por semana, y son ‘fisiológicos’ para mí, pero estoy bastante tentado de buscarme una amante”.
Lamentablemente, estas situaciones son bastante habituales entre parejas que llevan un tiempo de convivencia. Algo empieza a resquebrajarse en algún momento y al no prestársele atención, la