PARA CARLOS MAYO el deporte no tiene sentido si no es una mejora constante. Y es consciente de que si no ha alcanzado su techo en la pista, poco le falta. Es realista, dice, y por eso no se ve mejorando el decimotercer puesto en los 10.000 metros que consiguió en la final olímpica de Tokio, el mejor momento de su carrera deportiva, y que repitió un año después en el Mundial de Eugene. “Si analizas los atletas que me ganaron, es difícil que pueda superarlos. Los africanos dejan poco margen”, cuenta.
Por eso, ahora aparca el tartán, o al menos lo deja como un plan B, y salta definitivamente a la carretera, un momento tan esperado por los aficionados como por su entorno y que no pudo tener un avance más prometedor: el pasado 22 de octubre batió el viejo récord de España de media maratón de Fabián Roncero en Valencia con 59:39 minutos