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No es un hombre de empresa y así nos lo repite constantemente a lo largo de la entrevista. Pero, sabe, y mucho, de gestionar equipos bajo presión y de hacerlo con éxito. Una cualidad, sin duda, envidiable para cualquier empresario. Y es que no nos engañemos, pocas figuras hay en el panorama español que representen, con tanto acierto, la capacidad de liderar talento. Por eso, no es de extrañar que este año le hayamos concedido el Premio Emprendedores a la Trayectoria. Y, por eso, hemos querido hablar con él de cómo es captar, gestionar y retener un talento de élite, pero también de cómo evitar que el éxito personal se nos suba a la cabeza.
Insiste en llevar la conversación hacia el fútbol y hacia los vestuarios que son su terreno, probablemente, impulsado por un cierto síndrome del impostor en materias empresariales, pero cada
uno de sus consejos es perfectamente trasladable al mundo de los negocios. Ahí va una píldora para abrir boca: “Yo soy un profano en el mundo empresarial. En lo único en lo que me parezco es que tengo unos jugadores a los que tengo que sacarles la máxima rentabilidad posible y, por muy buenas relaciones que tengamos, por muy buenas ideas que tengamos, si no ganamos partidos, no sirve de nada”.
Moderado, contemporizador y respetuoso hasta el infinito, conversar con él es una auténtica lección de sosiego y humildad. Hablemos, pues, con el hombre tranquilo que hizo vibrar a toda España aquel 11 de julio de 2010.
EMPRENDEDORES. Se ha calificado tu liderazgo como tranquilo, amable…
Sí. Es que creo en él. Creo en el liderazgo afable, cordial. No