Durante muchos años, Sara Montiel fue la estrella española más internacional y contó con el mayor éxito de taquilla del cine español en su historia, El último cuplé (1957).
Según ella misma explicó posteriormente, aceptó ese trabajo de retorno al cine español tras su carrera en México y Estados Unidos como favor a su director, el prestigioso Juan de Orduña, que había perdido la financiación prevista para el proyecto cuando la actriz inicialmente elegida para el papel, Carmen Sevilla, declinó participar en él por estar ocupada rodando La venganza con Juan Antonio Bardem. Sara ganó por esa película mítica del cine español el premio a la mejor actriz otorgado por el Círculo de Escritores Cinematográficos en 1958.
Fue Sara Montiel –en opinión de quien esto escribe– la actriz más bella entre las muchas estrellas que habitaron el cine español de los años cincuenta y sesenta. Y entre las estrellas fue también el modelo más completo, reuniendo todas las características necesarias para brillar al mismo nivel que las de cualquier otra cinematografía, excepto el respaldo promocional que encontramos en las estrellas de Hollywood con toda la poderosa máquina de dinero y distribución detrás que poseen.
Que sin contar desde sus comienzos y durante toda su carrera con ese poderoso erespaldo en dólares y maquinaria de promoción aplicado por los grandes estudios estadounidenses a la forja y explotación de sus estrellas Sara consiguiera elevarse hasta un puesto destacado entre las actrices europeas de su época a nivel internacional es buena prueba de que poseía las condiciones especiales que adornan a los elegidos por la cámara y la pantalla para convertirse en iconos y sobresalir entre sus iguales en un peldaño más elevado de popularidad y trascendencia en la memoria de los aficionados y las aficionadas al cine.
Previsible e imprevisible
Meritorio es que cultivara esa cualidad de estrella aplicándose con dedicación al cultivo de una galería de personajes arquetípicos muy similares, con pocos cambios de registro y en general abocetados en los guiones de formas aparentemente muy simples destinadas a encajar en la idealización de lo femenino del público más