El Diamante Negro está con el ánimo por los suelos, al ver cómo padecen los habitantes de su amado puerto de Acapulco los dañostruídas el pasado 25 de octubre por vientos que superaron los 300 km por hora: ““¡Estoy devastado! La gente necesita ayuda y todos debemos poner nuestro granito de arena. Lamentablemente, aquí no había protocolos para enfrentar este tipo de fenómenos naturales, y eso jugó en contra” Por fortuna, su propiedad mantuvo las estructuras Intactas que, al contar con vidrios anti-huracanes, ayudaron a que la afectación fuera menor.
