Cada uno de nuestros rasgos es un detalle más que determina una forma de ser, una manera especial de comportarse, en suma: una única e irrepetible personalidad. Así, existen disciplinas como la fisiognomía o la quirología, capaces de señalar las características más íntimas y peculiares de una persona a través de la interpretación de sus rasgos faciales o la lectura de sus manos.
La importancia de la quirología, ciencia que estudia las cualidades físicas, psíquicas y espirituales de las personas a través de los pliegues y dibujos de las manos, reside en la caducidad de sus pronósticos. En efecto, los anuncios de esta ciencia no son definitivos, puesto que la mano de un individuo puede cambiar y sus líneas borrarse o desdibujarse con el paso del tiempo. A la vez, se habrán transformado ciertas características del carácter, la salud u otros detalles particulares de la vida del consultante. En el caso que nos ocupa, existe cierta cantidad de enfermedades que pueden detectarse a través de las manos. No nos referimos solamente a afecciones de orden físico, porque siendo el hombre un complejo de cuerpo, mente y espíritu, puede padecer dolencias que afecten a cualquiera de las partes que lo componen. De este modo, a través de la lectura de nuestras manos y las de nuestros seres queridos, podremos ver tanto si somos propensos a un insignificante resfrío, como a dolencias relacionadas con los estados anímicos, pasando por la posibilidad de ser operados o padecer arteriosclerosis en nuestra vejez.
Sin embargo, debe considerarse que un solo signo no es suficiente para