encantadores de serpientes, faquires que escupen fuego, los cantos de los gnaoua y las leyendas de los árabes. Traspasamos sus muros de adobe rojizo para descubrir este cofre de misticismo, este viaje a un mundo exótico que parece muy lejano, pero que se encuentra a tan sólo dos horas de vuelo desde Madrid. Hablamos de «el lugar más maravilloso del mundo», en palabras de Winston Churchill. Viajamos a Marrakech.
Entre las dunas del Sáhara, las montañas del Atlas y el océano Atlántico se abre un páramo desértico iluminado por la llamada Ciudad Roja. Vamos a reenamorarnos de esta urbe frenética (llamada a la oración). Hoy, más que nunca, sus(marrakechíes) rezan para que esta zona y Marruecos vuelvan a levantarse pronto tras la catástrofe del terremoto del 8 de septiembre. Su devastación aún es incalculable, pero el espíritu de este destino se mantiene intacto e invita al viajero a adentrarse en su medina y formar parte de este microcosmos hipersensorial e inspirador, caótico e incansable. Sin embargo, en su corazón de asfalto se guarda un oasis de lujo, calma y sofisticación que cumple ahora 100 años, y donde estamos a punto de desaparecer.