El diseño de un edificio, una casa, un museo, un aeropuerto, una sala de conciertos o una biblioteca no siempre puede tratarse de algo revolucionario o innovador, pues debe cumplir con una función utilitaria. Sin embargo, cada vez con mayor frecuencia, los arquitectos rebasan esta función y le obsequian al mundo una obra de arte en todos los sentidos, que eleva la arquitectura a otro nivel y sienta un precedente en la forma de planear ciudades.
Los ejemplos abundan en la historia de la humanidad: desde el Coliseo romano o el Taj Mahal, en Agra, la Sagrada Familia, en Barcelona o el Guggenheim de Bilbao, se trata