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Elegir una base adecuada para nuestro colchón es esencial para obtener el máximo confort durante el descanso y la mayor durabilidad del producto en sí, como se adaptan al cuerpo y brindan una sensación de ingravidez, necesitan una base estable que ayude a distribuir el peso de manera uniforme y evite que el colchón se hunda en puntos específicos. En el caso de los de látex se recomienda una base flexible, como un somier o canapé articulado, para que el colchón se adapte a los contornos del cuerpo y mantenga su elasticidad. Por último, en los colchones infantiles y juveniles, contamos con un gran abanico de opciones: desde bases individuales a camas nido, pasando por literas o canapés jugueteros. Todas las alternativas son válidas, siempre y cuando optemos por materiales de calidad, especialmente en las variantes de cama supletoria, para garantizar la seguridad y comodidad del niño. Con independencia del tipo de colchón, siempre es clave escoger una base que garantice la transpiración. De este modo evitamos que la sudoración nocturna nos incomode o deteriore nuestro equipo de descanso. Los huecos entre las lamas de los antiguos somieres tenían esta función, pero hoy en día la tecnología ha avanzado mucho y lo más recomendable es optar por tejidos 3D: una malla sintética de forma tridimensional con pequeñas perforaciones en toda su superficie que asegura el paso del aire y la ventilación.