Hombre fuerte de Hiš m II, llegó al poder del Califato de Córdoba a golpe de intrigas en la corte y lideró más de medio centenar de razias con las que saqueó y aterrorizó a los reyes enemigos.
El 10 de agosto del año 997 el horror se desató en el norte peninsular. Almanzor, chambelán del califa omeya Hišām II, llegó con su ejército a la ciudad de Santiago de Compostela acompañado de dos armas: la barbarie y la locura. Las crónicas del árabe Ibn ‘Idārī dejaron escrito que los musulmanes «derribaron las construcciones, las murallas y la iglesia de modo que no quedaron huellas de las mismas». Arrasaron con todo, aunque un rápido desalojo de la urbe evitó que la población probara la caricia de las espadas musulmanas. Como recuerdo, el caudillo se llevó 4000 prisioneros, además de las campanas y las puertas de la catedral del santo. Según se cuenta, las últimas fueron fundidas y convertidas en lámparas para la mezquita de Córdoba. Parece que no quería desperdiciar nada.
Aquella fue la aceifa —campaña de verano—más sonada de un personaje que pasó a la historia como la pesadilla de los reinos cristianos. Un hombre de leyes venido a más que, tras acomodarse en la corte a base de tretas y amiguismos, utilizó al califa cual marioneta y protagonizó más de medio