ACNÉ DE OTOÑO

sta época del año nos pasa factura. Se empieza a caer el pelo y, entre los exiguos restos de bronceado que quedan tras las primeras duchas, aparecen las ojeras, las bolsas… y los granos. Porque el sol no cura el acné pese a la creencia popular. En realidad, lo esconde aún más adentro. Por eso en otoño llegan rebrotes que parecen aún mucho peores que antes del verano. Es cierto que exponerse a los rayos ultravioleta tiene efectos antiinflamatorios y antibacterianos, por lo que hacerlo de forma moderada puede contribuir a reducir las lesiones de acné, admite el doctor Juanma Revelles, dermatólogo estético y codirector de la clínica Le Boost en Madrid. "Incluso los pacientes pueden tener la sensación de una piel menos grasa debido a la deshidratación que provoca esa exposición. Además, el bronceado disimula las imperfecciones, lo que puede dar también una falsa sensación de mejoría del acné", señala. Y no solo el sol. También el cloro de las piscinas y la sal del agua del mar, dos escenarios veraniegos muy habituales, son astringentes y consiguen secar la capa más externa de la piel. Sin embargo, no pasan de ahí. "El sol, la sal y el cloro no llegan pero no van bien juntos", subraya. Para comprender el problema, la capa más externa de la piel se reseca por el sol y se endurece por un proceso de queratinización. "Esto hace que se dificulte la descamación natural", indica el doctor Revelles. El poro se obstruye y la grasa, que se sigue generando en las capas más profundas, no puede salir. Aunque externamente no haya granos visibles, el sebo sigue acumulado. Hasta que volvemos de vacaciones y se acaba la exposición solar. La piel se reblandece y la grasa vuelve a encontrar su camino de salida. "El problema siempre ha estado ahí pero ahora no te da el sol y, como no te seca la epidermis, permite brotar la infección", indica Galmiche. Aunque tengamos la sensación de que el primer brote de acné de otoño es incluso peor que el de antes de vacaciones, lo cierto es que solo es una reacción tardía a esa exposición solar. La grasa siempre estuvo y, cuando al final puede salir, puede generar una reacción inflamatoria incluso más llamativa.