EN ESTOS MO- MENTOS PA-RECE QUE FRANCIA Y REPÚBLI-CA SON DOS TÉRMINOS INSEPARA- BLES, PERO LA VERDAD ES QUE NO SIEMPRE HA SIDO ASÍ. El país galo ha gozado durante siglos de una fuerte tradición monárquica e, incluso, fue el precursor del absolutismo. Todo se acabó cuando Luis XVI (1754-1793) se despidió de sus contemporáneos en el cadalso.
“¡Señor, han votado por la muerte!”, fueron las palabras que pronunció Chrétien-Guillaume Lamoignon de Malesherbes antes de derrumbarse en la prisión del Temple, en la que se encontraba el que tiempo atrás había sido el dueño y señor de Francia. Un enorme dolor se apoderó del letrado, al tiempo que el reo se aproximaba y en un cariñoso abrazo le consolaba. A pesar de aquella imperturbable serenidad, al monarca le quedaban cuarenta y ocho horas de vida.
SORPRENDIDOS IN EXTREMIS
Luis había nacido en Versalles el 23 de agosto de 1754 y la verdad es que la corona no le correspondía, fue un– murió a los 36 años de tuberculosis y eso le convirtió en Delfín, llegando al trono en 1774 tras la muerte de su abuelo.