Película rodada en quince días con la que Roger Corman arrancó su celebrado e influyente ciclo de adaptaciones de obras de Edgar Allan Poe incorporando claves estéticas y de lenguaje al cine de terror que eran tanto herederas de sus antecedentes como anticipo de lo que había de venir posteriormente en un género a esas alturas desesperadamente necesitado de nuevas propuestas para evolucionar hacia la creciente importancia y desarrollo hacia su madurez que alcanzó en los años sesenta y setenta.
Parte del comienzo de ese camino hacia la madurez está resumida en una de las frases del diálogo de Roderick Usher: “El mal no solo es una palabra. Es una realidad, y como todo ser viviente se puede crear.Yestagentelocreó”..