Si fuiste niño en los años 80 y los 90, seguro que recordarás las máquinas recreativas de Namco, Sega, Atari, Capcom y otros muchos grandes nombres de la época. ¿Pero sabías que también hubo un gran fabricante en nuestro país que cosechó grandes éxitos y llegó a exportar sus muebles al resto del mundo? Su nombre comercial fue Gaelco S.A., abreviatura de Gabinete Electrónico Consultivo SA, y, como otras historias de éxito, nació de las casualidades: amigos que se hacen en la mili, compañeros de universidad que se sientan juntos el primer día de clase… Ese tipo de coincidencias fueron determinantes para que Gaelco pudiera llegar a nacer. La historia tuvo lugar en Barcelona, aunque, antes, un chaval de trece años ya había despertado su pasión por los pinballs. Tanto como para crear uno puramente casero…
LOS PRIMEROS Y DECISIVOS PASOS
Su nombre era Javier Valero. Al ver el pinball, el padre de Javier se lo enseñó al dueño de unos recreativos de Lleida, donde empezó a trabajar. Fue en ese tiempo cuando tuvo acceso a una recreativa de Pong estropeada, que logró reparar y estudiar a fondo durante tres años. Tras ese periodo de aprendizaje, se fue a Barcelona a estudiar telecomunicaciones. Por esas cosas de la vida, el primer día de clase se sentó al lado de Jose Quingles, con quien forjaría una amistad. Otra persona clave fue Luis Jonama, compañero de la mili.
Tras terminar la carrera, empezó a trabajar en Promatic, una empresa familiar especializada en piezas para pinballs, propiedad de Santiago Carreras. Por avatares del destino, cayó en sus manos una placa estropeada de , el éxito de Taito, perteneciente a la empresa Electrogame, de Jorge Carreras, hermano de Santiago. Como no podía ser de otra manera, Javier logró repararla). En este tiempo, Javier Valero, Josep Quingles y Luis Jonama ya trabajaban juntos, y crearon una nueva placa genérica que permitía cambiar fácilmente el juego (con gráficos en blanco y negro). Crearon el juego , que, hoy por hoy, aún no ha sido recuperado. La llegada de las primeras placas a color hizo que no fuera viable económicamente y no se comercializó. En 1981, Video Game vio un mayor filón en las tragaperras y abandonó las máquinas recreativas. Tras algunos cambios, Valero y Quingles siguieron su carrera en un conglomerado de empresas de Jorge Carreras.