Loewe no necesita presentaciones, ni dentro ni fuera de nuestro país. Del taller artesano nacido en 1846, en Madrid, a la moderna firma de complementos, moda y fragancias de lujo que es hoy, la marca lleva más de un siglo demostrando su capacidad para adaptarse a la esencia de los tiempos sin renunciar a su ADN: su compromiso con la artesanía, la nobleza y calidad de sus materiales así como un espíritu innovador. Sin perder de vista ese valioso legado, lleva casi una década, desde la entrada de Jonathan Anderson como director creativo en 2014, viviendo una profunda transformación. Un proceso al que no ha sido ajeno su universo de perfumes. A nivel estético y olfativo. Desde el rediseño de los frascos, que comparten una misma identidad visual formando una colección ecléctica y multisensorial inspirada en la naturaleza hasta la concepción misma de las fragancias, que pretenden ofrecer experiencias olfativas únicas y diferentes.
Pocas marcas en el mundo poseen su propio perfumista. Y Loewe es una de ellas. Desde hace poco más de cuatro años, la nariz y enólogo, Nuria Cruelles, abandera y plasma olfativamente la nueva identidad de las fragancias Loewe y su espíritu de renovación, utilizando ingredientes botánicos y materiales naturales y