En 1973, el científico australiano Karl von Frisch ganó el Premio Nobel por descubrir que las abejas bailan para comunicar a sus compañeras la localización de las fuentes de comida. Sacudiendo sus abdómenes, son capaces de transmitir información sobre la dirección, la distancia e, incluso, la calidad de las flores de su entorno.
Un nuevo estudio publicado en la revista Science ha demostrado que este comportamiento no es del todo innato. Para no cometer errores, las más jóvenes necesitan observar a las experimentadas en la pista de baile. Esto significa que las abejas, al igual que nosotros, las aves u otros animales, tienen un sistema de comunicación basado en el aprendizaje social.
¿Qué ventaja les aporta a las abejas tener que aprender a bailar? De primeras, podría parecer mucho más útil nacer ya con este conocimiento. Para resolver esta cuestión, es preciso empezar por entender bien cómo estos animales transmiten información con su baile.
Esta tarea no es sencilla por dos motivos. El primero, requiere que hagamos el ejercicio de meternos en la mente de un ser muy distinto, con capacidades mentales de las que carecemos. El segundo,