Desde la brillantina hasta nuestros propios hijos, pasando por el vino y el ejercicio. Desde hace 50 años la prevalencia de enfermedades alérgicas va en aumento. De hecho, la Organización Mundial de la Alergia estima que entre el 10 y el 40% de la población de cada país es alérgica a algo y las tasas de sensibilización a uno o más alérgenos comunes entre los niños en edad escolar se acercan actualmente al 40% y 50%. La población infantil en México también es parte de esta tendencia, y de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, más de 36 millones de personas de todas las edades padecen rinitis alérgica o inflamación de la mucosa nasal.
En términos básicos, las alergias son una “mala lectura” de nuestro sistema inmunitario que identifica una sustancia como nociva, aunque no lo sea, y genera una respuesta para defenderse de esta supuesta amenaza, igual que haría en caso de una infección o una enfermedad. Y esto es lo que provoca los síntomas típicos de las alergias. Si bien puede haber predisposición genética para algunas, sobre todo las más comunes, como las alergias alimentarias y al polen, hay otras que se activan en la edad adulta, aparentemente sin motivo…
La Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI) reconoce algunos y liderado por Patricia Norris, de la Universidad de Oregon, Estados Unidos, se conoce el caso de cuatro personas con reacciones alérgicas a los curitas transparentes. Una resultó sensible a uno de los adhesivos, otra al fosfato de tricresilo (la parte plástica). Lo más frecuente, según el estudio, es la alergia al tipo de pegamento utilizado en las banditas, ya sea al acrilato o al metacrilato. Lo que no se pudo descubrir es qué sustancia química era la desencadenante en los otros dos casos, pero la reacción en los cuatro pacientes fue la dermatitis por contacto (enrojecimiento, sarpullido y picazón).