Aún se recuerda con nostalgia la montaña rusa en La Feria de Chapultepec, que en la CDMX hizo temblar de miedo a varias generaciones de mexicanos desde 1945, cuando se inauguró, hasta 2019, cuando cerró para ser desmantelada unos años más tarde. Era de madera, como solían ser todas las montañas rusas de la época en que se construyó, hasta que en 1959 se inauguró una en Disneyland, en California, con rieles de acero, haciendo el paseo más suave y menos ruidoso. Y menos aterrador. Es que hasta ese momento, si bien coincidió con el auge de este juego mecánico, mucha gente prefería quedarse en tierra mirando hacia arriba, fascinada por los gritos de quienes se habían atrevido a subirse a ese pequeño tren que desafiaba las leyes de gravedad dibujando una elipsis donde los pasajeros quedaban cabeza abajo muertos de miedo.
La historia de la montaña rusa se remonta al siglo XVIII, en San Petersburgo, cuando la emperatriz rusa,