A Nicolas Cage casi lo despiden del set de Hechizo de luna (N. Jewison, 1987) porque, cuenta, intentaba interpretar a mi personaje como Jean Marais en La bella y la bestia de Jean Cocteau. Poco antes, el estudio también intentó echarlo del rodaje de Peggy Sue se casó (1986), a pesar de que su tío Francis Ford Coppola dirigía la cinta, porque quería que Charlie, explicaba de su personaje, fuera como Jerry Lewis. Dos notas a pie de página de una carrera centenaria –por el número de títulos en su currículo–, sí, pero también dos ejemplos meridianos de la singularidad de un actor que, muchas veces, parece estar en una película distinta que el resto del reparto.
Fan total de Superman –su segundo hijo se llama Kal-El– y de los cómics en general –toma su nombre artístico del superhéroe Marvel, Luke Cage, y contaba entre sus posesiones más preciadas el primer número del Hombre de Acero de DC Comics–; miembro destacado de una destacada estirpe de artistas, el clan Coppola, y creador de un estilo de actuación propio, que él ha bautizado como ‘Nouveau Shamanic’, un método místico, que toma de