En 1926 un joven astrónomo llamado Edwin Powell Hubble publicaba en la revista The Astrophysical Journal el artículo titulado “Extra-galactic nebulae”. En él, este fumador de pipa y pescador incansable introducía una clasificación morfológica de las galaxias que a partir de entonces fue conocida como la secuencia de Hubble. Tras estudiar 400 nebulosas extragalácticas desde el Observatorio del Monte Wilson, Hubble distinguió tres tipos principales: lenticulares, elípticas -con forma de huevo- y espirales -que presentan unos brazos alrededor del núcleo-. A ellas habría que añadir las irregulares, pero, por carecer de estructura, Hubble no las incluyó en su esquema, un diagrama que es conocido popularmente como el “diagrama-diapasón de Hubble”, debido a la característica forma que tiene.
Esa forma de diapasón viene dada porque las espirales se subdividen en dos: aquellas que poseen una “barra” de estrellas, gas y polvo que cruza el bulbo central de lado a lado, y que reciben el evidente nombre de espirales barradas (la Vía Láctea es un buen ejemplo), y las que no lo tienen. Una de las características más reseñables de las