Poco antes de que París empezara a sufrir la tragedia de ser atacada por terroristas, el reconocido autor de novela negra Pierre Lemaitre publicaba –fue en el año 2013– la novela corta Rosy & John (Alfaguara), en la que las amenazas por bomba formaban la base de un intenso argumento, de esos que no dan tregua hasta la página final. En una nota al final, el narrador parisino hablaba de que la génesis del libro estuvo en un encargo para que escribiera un folletín para smartphone: tres páginas por capítulo, leídas en una pantalla normal, como para un lector que viajara en metro. El ejercicio cundió, porque obligó a Lemaitre a condensar la trama y que cada elemento fuera esencial, lo que a la hora de ampliar la extensión para su edición en libro acabaría dando un texto redondo, magníficamente estructurado, que transmitía suspense y que podía ser del agrado del lector del género policiaco como del mero espectador de thrillers.
No en balde, la historia tenía todas las virtudes y facilidades para que perfectamente pudiera trasladarse al cine o la televisión, como ocurrió con la adaptación que hizo de su novela –de la que él mismo fue guionista– y de , que presentaba la inquietante historia de una mujer amnésica rodeada de cadáveres. En este caso, estaba ubicada dentro de la serie protagonizada por el comandante Camille Verhoeven, cronológicamente entre la citada –sobre una joven desaparecida a la que hay que salvar antes de que agonice en un almacén abandonado– y , aún no traducida al español. Planteaba el caso de un joven, Jean Garnier, que, obsesionado con su madre, encarcelada por asesinato, confesaba a la policía con absoluta calma, tras haberse entregado voluntariamente, haber puesto siete obuses en distintos lugares de la ciudad que se iban a activar a diario si