Cuando visitas una manufactura, no importa la marca, realmente empiezas a valorar el trabajo de investigación, desarrollo e innovación que se lleva a cabo, además del tiempo y la dedicación que hay tras un guardatiempo, desde que el relojero tiene la primera idea hasta que llega a las muñecas de sus propietarios. En resumen, empiezas a valorar mucho más la relojería. Además, para los verdaderos amantes de la relojería, siempre digo que es como si a un niño lo llevas a un parque de Disneyland. El mayor disfrute posible.
Hace unas semanas, gracias a la relojería Rabat de Madrid, a Esteban Rabat su propietario y a Jon Arteche, su director, tuve el honor y la oportunidad, junto a un pequeño grupo de aficionados a la relojería, de ser invitado a visitar una de las grandesvió manufacturas relojeras: Omega.
Volamos a Zurich y desde allí fuimos hasta la pequeña población de Biel/Bienne, donde se encuentra ubicada la manufactura