DETROIT, PRINCIPIOS DE ENERO DE 1987. Está nevando, una fuerte tormenta aúlla a lo largo de Warren, Forest y Mack, e incluso en los túneles subterráneos hace un frío glacial. Un viernes por la mañana, el alcalde Coleman Young inaugura el primer Salón Internacional del Automóvil de América del Norte (NAIAS, por sus siglas en inglés) que se lleva a cabo en el gran Cobo Center. La pista de hielo en el Joe Louis Arena contiguo está cubierta para acomodar a uno de los grandes protagonistas, Ford. Pero los organizadores no podrían haber elegido un peor momento para el evento inaugural. La gente está regresando poco a poco de sus vacaciones de Navidad, el mal tiempo hace que volar no sea fácil y el colapso financiero del “Lunes Negro” del pasado octubre todavía arroja sombras sobre la economía. De hecho, son tiempos difíciles para los tres grandes de la industria del motor de EE UU: GM, Ford y Chrysler. En total, las únicas novedades fueron el Cadillac Allanté y cinco prototipos.
No, 1987 no fue un gran comienzo. Pero el salón se puso de moda y ha disfrutado de algunos años buenos. Se saltó los últimos dos debido a la pandemia, pero en 2022 volvió a la actividad, esta vez en septiembre. Ford puso toda la carne en el asador y presentó el Mustang de séptima generación, un modelo de la vieja escuela,