CHURRAS CON MERINAS, PENSARÁN ALGUNOS. De hecho, es como comparar el tocino con la velocidad (y nunca mejor dicho). Tenemos claro que estamos hablando de coches muy diferentes.
El Toyota GR86 y el Mini John Cooper Works son los polos opuestos de la moneda de la deportividad. Uno con motor bóxer de cuatro cilindros atmosférico y una juguetona tracción trasera que va de aquí para allá. El otro, con un motor con el mismo número de pistones pero al estilo convencional, con turbo y un cubicaje de 2,0 litros.
Sin embargo, ambos obedecen a una serie de reglas muy sencillas, con un denominador común: a veces, menos es más. De hecho, ninguno llega (por mucho) a los 300 CV de