En la tarde de aquel primer día de febrero de 1908, la muchedumbre se agolpaba en la Plaza del Comercio y las calles aledañas al centro de Lisboa, Portugal. El motivo de la concentración era recibir al rey Carlos I y su familia, que volvían del Castillo de Villaviciosa, al sureste de Portugal. Al entrar a la ciudad, los recién llegados subieron al carruaje descubierto desde el cual saludarían a la multitud durante el recorrido hasta su destino: el Palacio de las Necesidades, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Como presintiendo la fatalidad, el monarca preguntó a su primer