EL CASO ES QUE MIRO A LA DERECHA Y AHÍ SIGUE, sentado, sonriendo. "¿Ves lo que te decía del freno? ¿Y la dirección". Quien sonríe es Andreas Aigner, piloto profesional y su estómago lleva más de media hora en el asiento del miedo en el Circuito de Estoril. Y yo soy en encargado de marearlo y de asustarlo.
Más que nada porque estoy al volante con la ECU. Piensas hacia dónde quieres ir y la dirección, ajustada y mejorada con respecto a la anterior generación, te lleva allí en un microsegundo. Bueno, en realidad también recibe la ayuda de un chasis espectacular con unas suspensiones que funcionan a la perfección en el asfalto impoluto del circuito y un eje delantero que es un : donde pones el ojo, pones el coche.