“En persecución extrema, en la Santa Iglesia romana reinará Pedro el Romano, quien apacentará a su rebaño entre muchas tribulaciones, tras lo cual, la ciudad de las siete colinas será destruida y el juez terrible juzgará a su pueblo. Fin”. Este es el último párrafo con el que finaliza la Profecía de los Papas, texto atribuido a San Malaquías (ver cuadro), un santo irlandés que vivió en la primera mitad del siglo XII. A diferencia del más celebérrimo Nostradamus (MÁS ALLÁ, 354) que nunca ofrece fechas concretas, esta profecía de San Malaquías sí puede situarse en una línea temporal: nuestros días. ¿Se acerca el final de la Iglesia y su pontificado?
¿EL OCASO DEL VATICANO?
Las profecías atribuidas a San Malaquías no verían la luz hasta cuatro siglos y medio después de su muerte. Es a finales del siglo XVI cuando un monje benedictino, Arnoldo de Wyon (1554-¿1610?), publica en Venecia una obra titulada Lignum vitae, ornamentum et decus Ecclesiae (El árbol de la vida, el ornamento y la gloria de la Iglesia, 1595), que se divide en cinco libros. Como curiosidad, merece destacar que el libro estaba dedicado al rey de España Felipe II (1527-1598), probablemente porque Wyon era originario de Douai, pequeña localidad situada en la región de Alta Francia, que entonces pertenecía a los Países Bajos españoles (que integraba Países Bajos, Luxemburgo y Bélgica).
La lista de Papas de la PROFECÍA estaría encabezada por Celestino II, el pontífice número 165 en ocupar el trono de San Pedro. A partir de ahí la lista continúa e integra un total de 111 santos padres.
La obra de Arnoldo de Wyon o Uvión (una historia de la orden benedictina a partir de sus religiosos más emblemáticos) habría caído en el olvido si no fuera por uno de sus capítulos (incluido