EL PRIMER RECUERDO de Oliver Blume con un Porsche se remonta a su infancia, cuando jugaba a los cromos con sus amigos de la escuela. En la colección había coches más rápidos y más potentes pero todos querían el 911. Y, cuando ya tuvo edad para conducir, se compró lo más cercano a un 911 que pudo: sus ahorros solo le permitieron hacerse con VW Beetle de 50 CV, pero las lecciones que ese automóvil con motor trasero le enseñó, sobre todo conduciendo en la lluvia, todavía están presentes en su subconsciente…
Ahora tiene