La miopía es una alteración visual que se encuentra entre las 5 condiciones calificadas de prioridad inmediata por la Organización Mundial de la Salud en su iniciativa de evitar su imparable progresión desde la infancia. Debido a su magnitud epidemiológica y su impacto a nivel socioeconómico y sanitario especialmente en los países desarrollados, la miopía es uno de los problemas de mayor trascendencia sanitaria con los que se enfrenta la salud pública en estos momentos. En los países desarrollados este problema visual afecta ya a 500 millones de personas. Actualmente, la miopía constituye un importante problema de salud pública en determinados colectivos sociales especialmente en los niños y adolescentes1,2.
La clasificación más actualizada de la miopía en función de su entidad etiológica se debe a Duke-Elder3 que considera dos categorías:
La miopía simple u escolar es la más común y, en general, es menor de 6 dioptrías esféricas. Presenta una etiología marcadamente ambiental o conductual y predomina en aquellos colectivos sociales que utilizan frecuentemente la visión próxima como los niños y adolescentes durante el periodo de escolarización obligatoria.
La miopía degenerativa o patológica, mayor de 6 dioptrías esféricas, es menos frecuente y presenta un componente hereditario y/o biológico más importante asociado en muchos casos a complicaciones oculares degenerativas como el desprendimiento de retina, la degeneración macular y el glaucoma.
Actualmente, algunos gobiernos del sudeste asiático promueven diferentes procedimientos preventivos y educativos de forma prioritaria con el objetivo de reducir sustancialmente la prevalencia de la miopía simple tan elevada en estos países que afecta ya al 90% de la población adulta y en los adolescentes. Por otro lado, en algunos países europeos y norteamericanos estos procedimientos