1 “Nuestro arte comienza en nuestra cabeza, en nuestra alma y en nuestro sexo”
En realidad su arfe comenzó en 1967 cuando se conocieron en las aulas de la St. Martin's School of Art en Londres. Uno, Gilbert Proesch, había nacido en Italia en 1943 y vivido en Austria y Alemania, antes de llegar a Inglaterra. Su inglés no era demasiado bueno y tenía un fuerte acento que el otro, George Passmore (1942), nacido en Plymouth, supo entender. Y bien que se entendieron. Se hicieron inseparables. El arfe les volvió unidad hasta el punto de parecer más siameses que una mera pareja de creadores. Siguen conservando sus cuatro manos y sus dos cerebros, pero a la hora de trabajar van al unísono. “Dos personas, un artista”, según su propia definición. El crítico David Sylvester les ha comparado con una Santa Trinidad —un santo binomio, quizá sea lo suyo— de la creación artística: “dos personas, pero un solo Creador”. Eso es. Amén.
2 “¿Nuestro mayor logro? Existir como esculturas vivientes”
Su forma de hacer arte surgió del hecho de sentirse y saberse artistas. Mientras sus compañeros estaban. Consistía en ellos mismos maquillados en tonos metálicos y vestidos con los trajes impecables —que con el tiempo se convertirían en su selio— subidos a una mesa y cantando un éxito de los años 30 de Flanagan y Allen. Tuvieron mucho éxito y se lo pasaron en grande, de modo que decidieron tirar por ahí. Entre las obras que siguieron, una comilona a la que invitaron a David Hockney observada por un reducido público y las , que consistían básicamente en ellos bebiendo durante horas. La cosa marchaba, pero había un problema: con ellos mismos como obra no iban a conseguir llegar a una gran audiencia. En 1971 dieron con la solución mientras miraban fotografías que se habían tomado con algunas de sus pequeñas esculturas y sin ellas. No había mucha diferencia. Decidieron que podrían prescindir de cualquier objeto en sus representaciones que no fuera ellos mismos y así extender la idea de la escultura viviente sin requerir su presencia física. Voilà. En adelante serían considerados como tales a todos los efectos y sin importar demasiado el formato: serían creadores y creaciones, escultores y esculturas al mismo tiempo. En una de las fotografías de 1970 en los que se les ve apoyados sobre una verja firman un texto descriptivo de la imagen que funciona como pie de foto largo y como pequeña carta. Junto a esta representación fotográfica de su ser como esculturas vivas, el texto explica su particular método:
