Alfred Roy Nuñez caminaba sobre la acera de la mano de su hija pequeña, la gente no podía de-jar de examinar al padre y a la hija sin disimular. No concebían que un hombre de color tuvie-ra una hija rubia, Mariah. Sin embargo, desde que los padres de la cantante se casaron, la tónica había sido la misma, ya que Alfred era de origen afrovenezolano e in-cluso había cambiado su apellido Nuñez por Carey para sonar más estadounidense; su madre, Patricia Hickey, era la típica rubia de origen irlandés. Ambos enfrentaron resistencia por ser una pareja interracial en los sesen-ta, justo cuando se conocieron. Era tal la molestia que generaban como matrimonio, que llegaron a disparar a su casa, envenenaron a su perro y fueron blanco de agresiones que terminaron por separarlos años después.
Alfred y Patricia tuvieron tres hijos: Morgan, Alison y Mariah. Los dos primeros se parecían a su padre y Mariah, que era rubia, se parecía más a Patricia. No se sabe si fue por el color de la piel que decidieron que los mayores se quedaran con el papá, y la intérprete cuenta cómo cada Navidad algún miembro de su familia arruinaba el día con una actitud destructiva, de ahí surgió su obsesión por esta época del año: “Mis hermanos y mi madre no se hablaban du-rante la mayor parte del año, por lo que para la cena de Navidad mis hermanos llegaban llenos de dolor e ira, y hambrientos de atención. Eventualmente… todos explo-taban en un torrente de abuso verbal. Y yo me sentaba allí en el centro del caos, llorando y deseando que dejaran de gritar, añorando que mi madre pudiera evitar que maldijeran. Deseando poder estar en un sitio seguro y alegre, en un lugar que se sintiera como en Navidad”.