Ramon Micó
ODA A LO IMPERECEDERO
esde bien pequeño, el destino de Ramon Micó estaba más que escrito. Siguiendo los pasos de su padre, con apenas 13 años empezó trabajando de aprendriz en el pueblo valenciano de L’Olleria y, a los 15, ya se dedicada profesionalmente a soplar vidrio. “Me gustaba tanto que, cuando todos se iban a comer, me quedaba ahí soplando, probando y aprendiendo solo”, recuerda de aquella época. Tiempo después, incluso, decidió montar su propio taller. Sin embargo, reconoce que “como no estaba hecho para hacer números, lo cerré y volví al taller donde había empezado de pequeño”. Ya jubilado, le entristece mucho ver cómo en su